Si falta el lector instituido, se designarán otros laicos para proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura, con tal de que sean verdaderamente idóneos y estén cuidadosamente preparados para desempeñar este oficio, de modo que los fieles, al escuchar las lecturas divinas, conciban en su corazón un suave y vivo amor a la Sagrada Escritura. Parrafo 101 del Institución General del Misal Romano